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El haber estado al frente de uno de los pocos espacios psicológicos para consultantes LGBT+ me da un poco de derecho para comentar lo que pienso al respecto de cómo vive la comunidad en un país desigual y menospreciativo como el Perú.

Debo agradecer a It Gets Better Perú el haber conocido personas que me han hecho reflexionar sobre lo que realmente significa el sufrimiento humano; en cada consulta, mi mejor intento por lograr un proceso de psicoterapia exitoso, a pesar de oír tantas historias que por las noches, ya en cama, me llevaban a pensar en cuán dura puede ser la vida cuando no eres plenamente aceptado.

Nunca antes había atendido tantos casos de intentos de suicidio como en estos 8 meses, tantos casos de mal trato, discriminación, violencia y desdén solamente por ser gay, lesbiana o trans; quizás para muchos es sorprendente ver en las noticias a un padre matar a tiros a su hijo por ser gay, creanme, en algún punto de mis consultas llegué a pensar que en medio del dolor, incluso ese tipo de final puede ser menos doloroso que tantos otros.

Imaginen una madre que encierra en una habitación a su propia hija para que sea violada hasta en cuatro ocasione por ser lesbiana, un padre  que torturó a su hijo por dos años con tal de que tenga gusto por las mujeres o un tio que le corte los pezones a una mujer que se percibe como varón y experimenta disforia.

Cuando comencé a atender, sabía que habrían casos dolorosos, que habría violencia, menosprecio y mal trato, eso siempre existe y creo que sobre abunda en nuestra sociedad, la empatía es un valor escaso, que se pierde entre la nada de compasión y amabilidad; fueron comunes los relatos de consultantes que iban a poner una denuncia y recibían mal trato por parte de las autoridades, o los que vivían en un hogar tan androcentrista que simplemente evitar estar ahí era lo más saludable; pero luego, fuera del hogar, indefensx, desprotegidx y sin la posibilidad de que haya un solo refugio seguro, ¿a donde ir?. Es triste saber que uno de los motivos más comunes para salir de casa, para las personas LGBT+, se debe justamente a su orientación o a su identidad; y no salen de la mejor manera.

Entonces, si el hogar, que es el lugar más seguro para cualquier persona y a donde uno siempre desearía volver, te echa, ¿te imaginas como es la sociedad fuera?, ¿los colegios?, ¿las universidades?, ¿buscar trabajo?, eso si eres gay o lesbiana se hace difícil; si eres trans, es realmente un infierno.

Siempre que puedo lo digo, y lo seguiré haciendo NO EXISTE POBLACIÓN MÁS VULNERABLE EN EL PAÍS QUE LA COMUNIDAD TRANS; una comunidad desprotegida, menospreciada, sin un régimen digno para el acceso a la salud ni al mercado laboral; en Argentina, una país supuestamente avanzado en temas de sexualidad y género, la esperanza de vida de una persona trans es de 34 años, ¿se imaginan en Perú?.

Siempre que digo esto, me suelen decir que los más vulnerables son los pobres, las mujeres que sufren violencia, los niños con anemia, los enfermos terminales y que se yo; todos tienen valor, y estoy seguro que todos tienen alguien que desde algún espacio los apoya; las ONGs que ayudan a todas estas poblaciones son muchas, los proyectos sociales para estas poblaciones son incontables; digan un solo proyecto que defienda a la comunidad LGBT+, o mejor aún, a las personas trans; no existe. Cada vez que hay un pequeño intento por mejorar aparencen marchas repletas de personas que envejecidas por su religiosidad a la injusticia, personas que solo predican injusticia e ignorancia. El Perú debe ser uno de los pocos países en los que los derechos humanos son menospreciados y que cada vez que se quiere hacer algo a favor de esto, sale la podredumbre eclesial a protestar; deberían saber, si quiera, que los derechos LGBT+ son derechos humanos.

Hoy, 31 de mayo, escribí recordando la matanza de 8 personas hace 30 años a manos del MRTA; 8 personas que fueron asesinadas por ser LGBT+, los años han pasado y el Perú no deja de ser uno de los países con la más alta tasa de muerte LGBT+; hoy, al recordar este asesinato, muchos escribieron que hay cosas más importantes de las que hablar, que el MRTA mató a muchos, que al día mueren muchas personas, que la culpa es de las  personas LGBT+ por “elegir” ser así; ese menosprecio, siempre ese menosprecio.

Crean que nadie elegiría ser LGBT+ en Perú, nadie; nadie despierta deseando ser gay o ser lesbiana en un país en el que no existe una sola ley que te proteja, nadie; nadie desearía ser trans en un país en el que solamente el 4% tiene acceso a un trabajo digno, y donde para atenderte en un hospital te cuestionarían desde como te has vestido hasta cómo te llamas realmente; nadie elegiría ser LGBT+ sabiendo que sólo el 8% de los casos de violencia, mal trato y discriminación se denuncian y de eso, solo el 2% tiene algún tipo de reparación, nadie; nadie sería LGBT+ a propia elección, porque si quisieras pedir tus derechos – que locura ¿no?, luchas por tus derechos – te dirían que con los suyos no te metas, y saldrían a insultarte, en un país que tiene tanto de laico como lo no corrupto.

Tuve, en algún momento la oportunidad de hablar con una ministra de salud y el viceministro de Salud Mental, un rimbombante psiquiatra, que cuando compartíamos un dialogo sobre los suicidios y le comentaba la vulnerabilidad de las personas LGBT+, me dijo que todos estaban en riesgo; triste, porque la riesgo de suicidio de una persona LGBT+ es 4 veces mayor, que el común de la población; entonces, no creo que nadie que sea LGBT+ desearía tener a estos “profesionales”.

Sé que esto no va cambiar en mucho tiempo, porque se cuestiona lo único que podría hacer que esto cambie a mediano plazo, la educación y porque quienes dirigen estas reformas, no tienen idea de como empezar; sé que este malestar durará y que el menosprecio seguirá, también la discriminación y la violencia, no soy pesimista, solo que el Perú no es un país para soñar; así que sabiendo que, muy probablemente todo este mal momento siga, si eres LGBT+, las puertas de mi consultorio estarán siempre, amablemente, abiertas para ti.

Por Mauricio Murcia – Psicólogo clínico y de la salud